DIVULGACIÓN CIENTIFICA

Supervolcanes y Supererupciones

Artículo escrito por el investigador Iván Petrinovic.


Borde sudoeste de la caldera de Caviahue, contigua al volcán Copahue, y nacimiento del río Lomín. Foto tomada el 15 de marzo de 2015.

Este artículo escrito por el investigador del CONICET, Ivàn Petrinovic, del Centro de Investigaciones en Ciencias de la Tierra (CICTERRA), fue publicado en la revista Ciencia Hoy.

A partir de un programa de la BBC televisado en 2000 y denominado Horizon, se popularizó el término supervolcanes para denominar a volcanes de grandes dimensiones.
La dimensión de un volcán se refiere a la magnitud de su erupción más significativa, que la volcanología clasifica por la energía que libera mediante un índice de explosividad volcánica (IEV, o VEI en inglés). El IEV menos explosivo (de magnitud 1 o menor) corresponde a una erupción leve, con lavas fluidas que emergen de conductos aislados o alineados, como algunos casos en Islandia o Hawaii. En el otro extremo, un IEV 8 corresponde a la erupción de un supervolcán que emite más de 1000 km3 de material en cuestión de horas. El término supererupción se usa desde la década de 1990 para denominar a erupciones que arrojan más de 450km3 y corresponde a un IEV igual o superior a 7.

La génesis de los supervolcanes La formación de un supervolcán está siempre asociada
con el hundimiento de un sector de la corteza terrestre en un reservorio de magma de grandes dimensiones, a veces de hasta 50 km de diámetro, ubicado a entre 3 y 7 km de profundidad. El resultado es en cierta medida similar al movimiento de un pistón dentro de un cilindro en un motor a explosión. El hundimiento o colapso de la corteza incrementa la presión a que suele encontrarse el magma y hace que este resulte impulsado hacia la superficie por las fracturas o zonas de debilidad que encuentra en la corteza. Al alcanzar la superficie y hacer erupción, el reservorio de magma se despresuriza y puede vaciarse
en pocas horas. Se sabe que ocurre una salida súbita del magma porque llegan a superficie fragmentos semiplásticos de la cámara rocosa que contiene el magma, compuestos en más del 90% por cristales (cristal mushes).

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