DIVULGACIÓN CIENTIFICA

"Todos deberíamos ser conscientes de qué implica el uso de las TIC”

Investigadores del CONICET en Córdoba llevan las Ciencias de la Computación a las aulas, capacitando alumnos y docentes.


Cecilia Martínez y Luciana Benotti, investigadoras asistentes del CONICET, obtuvieron un subsidio de Google por segundo año consecutivo para diseñar, ejecutar y evaluar experiencias de enseñanza de las Ciencias de la Computación. El objetivo es fomentar vocaciones científicas en el área pero también contribuir a la formación de usuarios y creadores conscientes. Luciana Benotti cuenta en qué consiste la iniciativa.

 ¿Cómo comenzó el proyecto?

La Fundación Sadosky nos contactó para participar del programa “Dale aceptar”, a través del cual se busca incentivar las vocaciones en las Tecnologías de la Información y la Comunicación (TIC), relacionado a lo que se conoce como informática. Esto responde a un vacío de recursos humanos especializados que dificulta la articulación entre el sistema científico tecnológico y la industria.

 ¿En qué consistió esta participación?

“Dale aceptar” es un concurso en el que los jóvenes programan videojuegos, animaciones o autómatas de chat – `robotitos´ que responden mensajes automáticamente. Esto funciona como excusa para que aprendan nociones básicas de programación. Nuestro grupo, especializado en inteligencia artificial, colaboró en el diseño de las plataformas que enseñan a programar autómatas.

 ¿Y cómo llegaron a las escuelas?

En 2012, empezamos a trabajar con Cecilia Martínez con el objetivo de probar la plataforma que estábamos desarrollando. En 2013, ganamos el subsidio de Google por lo que el grupo pudo crecer y fortalecer la presencia en las aulas a través del dictado de cursos a alumnos del secundario, usando programación de videojuegos y de autómatas de chat.

 ¿Cómo fue el trabajo en las aulas?

Hicimos una intervención extensiva de cuatro meses en cuatro escuelas, con dos horas semanales. Además llegamos a veintidós escuelas con cursos intensivos de dos días. Allí enseñamos contenidos básicos de Ciencias de la Computación y, al finalizar, se invitaba a los alumnos a anotarse en “Dale aceptar”. Aproximadamente la mitad de los chicos participó en el concurso.

 ¿Cómo sigue el proyecto?

Este año, con un nuevo subsidio de Google, queremos capacitar a los docentes. En primer lugar, porque algunos de los que participaron el año pasado como voluntarios lo solicitaron. Pero además, la única manera de escalar este tipo de proyectos y llegar a una mayor cantidad de alumnos es a través de los profesores en las escuelas. El objetivo es formar a cien, dos por escuela, cada uno de los cuales replicará el curso en treinta chicos. Es decir que esta vez alcanzaremos a tres mil alumnos.

 ¿Con qué escuelas van a trabajar?

La convocatoria para que las instituciones envíen docentes está abierta todavía, si bien ya hay algunas candidatas. Se piden dos docentes ya que la bibliografía indica que es más probable que se den apoyo mutuo y que la experiencia se replique en las escuelas, que si son capacitados de manera aislada. Se está tramitando el puntaje docente de estos cursos y además ofrecemos cuatro horas de acompañamiento por cada profesor en los cursos que repliquen en las escuelas.

 ¿Por qué es importante que los chicos aprendan a programar?

Además de aumentar las vocaciones, el proyecto tiene otro objetivo. Se piensa que los chicos son “nativos digitales” pero pudimos ver que el hecho de que hayan nacido en un mundo informatizado y se muevan con naturalidad no quiere decir que sepan usar e interpretar estas tecnologías de una manera consciente. Saben usar los celulares pero hay cosas básicas que se les escapan. Cuáles son las limitaciones de la herramienta, dónde está la inteligencia, por qué los teléfonos sugieren ciertas cosas, etcétera. Entonces empezó a tomar forma la noción de que todos deberíamos ser conscientes de qué implica el uso de las TIC, más allá de la carrera que sigamos.

 Es decir que es una problemática que no sólo atañe a los más jóvenes…

Cada vez usamos más la tecnología y cada herramienta tiene un software que le dice qué tiene que hacer. Los usuarios tenemos la ilusión de estar controlándolas, pero lo real es que detrás de cada proceso hay muchos otros que están ocurriendo sin que lo sepamos. Pueden robar información, rastrear geográficamente, instalar virus, y otras cosas no deseadas. Todo eso figura en los códigos de programación pero, en algunos programas, este es secreto. Sin embargo, aunque se tenga un acceso libre al código es necesario saber leer este `idioma´, capacidad que muy pocas personas tienen. Y esto podría enseñarse en la escuela para que podamos pasar de ser meros usuarios a creadores de tecnología.

 ¿Qué implicancias tiene este desconocimiento general?

Hace treinta años, la mayor parte de los implementos tecnológicos que hoy usamos cotidianamente, no existían. La pregunta es qué va a pasar de acá a treinta años. Hay muchos dispositivos que en la actualidad se incorporan a relojes, anteojos, teléfonos. ¿Cuánto tiempo va a pasar hasta que, con fines medicinales, puedan implantarnos algún chip en nuestro cuerpo? Parece ciencia ficción, pero no es imposible. Entonces sería imprescindible que una persona, llegado el caso, pudiera conocer qué software está ingresando a su organismo, qué funciones reales cumpliría y, a partir de allí, decidir si lo quiere o no. En lo inmediato, en materia de soberanía, es muy importante brindar las herramientas para un uso menos inocente de las TIC. Cuando uno manda un mensaje o comparte un documento, ¿qué pasa con eso? ¿Cómo llega a destino? ¿Quién más lo ve?

 ¿Y como sociedad?

Estas capacidades influyen en el desarrollo nacional. Los recursos humanos relacionados a las TIC son muy necesarios en todo el mundo, tenerlos en nuestro país  permitiría aumentar el volumen de producción y exportación de software, que es una industria muy grande. La inclusión de las Ciencias de la Computación en las escuelas es una discusión que se está dando a nivel global y en ciertos países ya fue incorporada, en algunos casos desde primer grado, es decir que los niños comienzan a programar a los 6 años. Por ejemplo, en Israel las enseñan hace veinte años y hoy es uno de los principales exponentes en la industria del software.

 Sin dudas un tema estratégico…

Las Ciencias de la Computación son muy jóvenes pero todo avanza a una gran velocidad. Por lo tanto las decisiones en materia de educación deben ser también rápidas y afortunadamente esta discusión ya comenzó a darse en nuestro país.

 Sobre el proyecto

BENOTTI LUCIANA, investigadora asistente del CONICET.

MARTINEZ MARIA CECILIA, investigadora asistente del CONICET.

Fernando Schapachnik, UBA.

María Emilia Echeveste, UNC.

Candela Ailin Casas, UNC.

Marcos Javier Gómez, UNC.

Eduardo Rodriguez Pesce, UNC.

 

Por Mariela López Cordero- CCT Córdoba