CIENCIAS SOCIALES Y HUMANIDADES

¿En qué estabas pensando?

Científicos cordobeses estudian cómo influyen las emociones y el consumo de alcohol en la toma de decisiones de los jóvenes


Foto: Maximiliano Di Pietro para CCT Córdoba.

¿En qué se basan los adolescentes y jóvenes para tomar sus decisiones? ¿Por qué las campañas de prevención en salud o en seguridad vial parecen no tener impacto en ellos? ¿Cuánto se parecen a los adultos? ¿Qué hacer con ellos como sociedad?

Un equipo de investigadores del Centro de Investigación de la Facultad de Psicología (CIPSI, UNC), vinculado al Centro de Investigaciones y Estudios sobre Cultura y Sociedad (CIECS, CONICET-UNC), dirigido por Juan Carlos Godoy, investigador adjunto del CONICET, se hace estas y otras preguntas para estudiar el proceso de toma de decisiones en estas poblaciones. Recientemente publicaron un trabajo en el que muestran cómo las emociones positivas fomentan decisiones más adecuadas en mujeres mientras que en varones ese efecto se consigue bajo emociones negativas. Además pudieron demostrar que los hábitos de consumo de alcohol afectan las maneras en las que las personas toman decisiones.

Sin embargo, su trabajo no se circunscribe al laboratorio sino que se propone llegar a la sociedad a través de actividades concretas de transferencia en instituciones educativas, medios de comunicación y otras organizaciones. En este sentido, uno de sus objetivos principales es incidir en las políticas públicas aportando evidencia científica que permita diseñar estrategias más eficaces en diferentes ámbitos. “Tradicionalmente las políticas públicas ven al adolescente como un adulto más pequeño y, particularmente las relacionadas al consumo de alcohol replican lo que se cree que funciona en los adultos. A partir de los aportes que vienen realizando la psicología cognitiva y las neurociencias, se entendió que la adolescencia es un proceso de desarrollo muy particular y lo que da resultados en adultos, no necesariamente funcione para ellos”, explica Godoy.

Partiendo de una perspectiva teórica que propone que los estados emocionales afectan las maneras en las que se toman decisiones los investigadores discuten con una concepción muy arraigada tanto en la ciencia como en el sentido común, que ve a estos procesos como puramente racionales. “El problema se complejiza al trabajar con adolescentes ya que en el desarrollo cognitivo no todas las funciones maduran al mismo tiempo. Las emociones van por un lado, y la toma de decisiones va por otro, a diferentes ritmos y en distintas direcciones y, además, el proceso se ve afectado por la experiencia con el alcohol u otras sustancias”, asegura Godoy.

 

Identikit del adolescente

Esta porción de la población tiene características que, más allá de las numerosas diferencias socio-culturales que existen, pueden interpretarse como universales. “En esta etapa ocurren importantes cambios estructurales y funcionales en el cerebro. Hay una evolución asimétrica entre la capacidad de regulación emocional y procesos como la toma de decisiones o el control de impulsos, por lo que no puede pensársela con las mismas herramientas que a la adultez”, describe el investigador.

“Esto es muy importante a la hora de pensar las campañas de prevención. Por ejemplo, los adolescentes tienen dificultades para identificar consecuencias a largo plazo, no por cuestiones intelectuales ya que a partir de los 14 o 15 años tienen la capacidad de pensamiento formal similar a la de un adulto. Sin embargo, el control emocional sigue estando inmaduro y aún priman los impulsos, sobre todo bajo determinadas condiciones como el efecto del alcohol”, amplía Ignacio Acuña, becario posdoctoral del CONICET y miembro del equipo.

En la actualidad el grupo está trabajando en diferentes maneras de transmisión de la información generada en las investigaciones para que tengan un impacto en la vida cotidiana de los adolescentes y en las políticas públicas. “Por ejemplo, respecto al debate sobre la baja de la edad de imputabilidad, las neurociencias y la psicología tienen mucho para aportar y de hecho en otros países los expertos participan activamente en estas discusiones. La evidencia científica señala que debido a las características evolutivas del adolescente no puede ser tratado igual que un adulto. En esta etapa es normal que los adolescentes realicen conductas de riesgo, y ello no necesariamente indica un rasgo patológico. Podrían diseñarse otras políticas, basadas en la evidencia, con un impacto mucho mayor para esta población”, asegura Godoy.

En ese sentido, los investigadores destacan que hay diversas medidas que podrían implementarse para aprovechar las características de la adolescencia y asegurar un desarrollo adecuado: la práctica de deportes, el uso de videojuegos, la adecuación horaria del cursado escolar o la formación musical, entre otras.

 

Decisiones, emociones y alcohol

Recientemente el grupo de investigación publicó un trabajo en la revista Suma Psicológica en el que evaluaron la manera en la que influyen en la toma de decisiones los diferentes patrones de consumo de alcohol y distintos estados de activación emocional en adolescentes y jóvenes. Para ello realizaron pruebas a 79 participantes de entre 18 y 29 años de edad, con diferentes niveles de consumo de alcohol.

En una primera instancia estas personas veían un conjunto de fragmentos de películas que les provocaba emociones positivas o negativas. Luego debieron realizar dos pruebas diseñadas por un equipo internacional referente en esta temática, para evaluar cómo son los procesos de decisión y comparar este proceso bajo el efecto de ciertas emociones. Los resultados se midieron antes y después de que cada participante fuera inducido a un estado emocional determinado. Además, a través de un cuestionario, se establecieron los diferentes patrones de consumo de alcohol de los participantes. “La idea de fondo es que tanto el patrón de consumo como el estado emocional inciden en el proceso de toma de decisiones”, explica Acuña.

Yanina Michelini, becaria doctoral del CONICET y primera autora del trabajo, describe el experimento que realizaron: “En primer lugar se llevó a cabo una tarea de apuestas consistente en elegir entre cuatro mazos de cartas que tienen premios o castigos. Dos de estos mazos, luego de repetidas decisiones, dan ganancia y los otros dos dan pérdidas. Aquí no se les explica cuál es la mejor estrategia, sino que el participante lo debe ir descubriendo a medida que avanza el juego y se trazan curvas de aprendizaje de cada participante”.

Los resultados arrojaron diferencias en función del sexo: las mujeres que estuvieron inducidas con emociones negativas tuvieron un peor rendimiento que aquellas inducidas positivamente, mientras que los varones respondieron de una manera similar bajo emociones positivas o negativas. En comparación, al ser inducidos negativamente los hombres tuvieron mejor rendimiento que las mujeres y que aquellos bajo una emoción positiva. “Las mujeres parecen tener estrategias menos efectivas en cuanto al control de emociones y esto afectaría la toma de decisiones, tanto positiva, como negativamente”, concluye Michelini.

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La segunda prueba tenía como objetivo evaluar el estilo de toma de decisiones, respecto a si son dependientes o independientes del contexto. En una pantalla se mostraban figuras con diferentes colores, tamaños y formas, donde una representaba al contexto –en base a la cual se debía realizar la elección- y las restantes eran opciones de respuestas. “El participante puede elegir una figura similar o diferente al target y de allí se deduce que el estilo de decisión es dependiente o independiente del contexto”, describe la becaria.

“Esta prueba marca diferentes perfiles cognitivos y no hay respuestas correctas y erróneas sino que las decisiones son adaptativas, si van en función del objetivo, o desadaptativas, si van en otro sentido. En general los adultos ya han aprendido a decidir de una manera adaptativa”, explica Acuña.

Los resultados indicaron que, sin importar el sexo, aquellos participantes que tenían un patrón de consumo de alcohol más intensivo tomaban decisiones descontextualizadas y de manera aleatoria. “Elegir siempre parecido o siempre diferente implica considerar el contexto cognitivo. En cambio, con elecciones inconsistentes se evidencia una desconexión del contexto cognitivo y un estilo desadaptativo en la toma de decisiones”, describe Acuña.

En síntesis, los investigadores pudieron demostrar que tanto las emociones como el consumo de alcohol impactan directamente en la toma de decisiones de adolescentes y jóvenes y aportan, además, una serie de conceptos que permiten comprender mejor cuáles son las características particulares de esta franja de la población. A partir de este y otro tipo de estudios puede aportarse desde la ciencia al desarrollo de una sociedad con herramientas cada vez más adecuadas para enfrentar los complejos problemas que la aquejan.

Por Mariela López Cordero. CCT Córdoba.

Sobre investigación:
– Yanina Michelini. Becaria Doctoral. CIPSI –CIECS (CONICET-UNC)
– Ignacio Acuña. Becario Pos-doctoral. CIPSI –CIECS (CONICET-UNC)
– Juan Carlos Godoy. Investigador Adjunto. CIPSI –CIECS (CONICET-UNC)