DIVULGACIÓN CIENTÍFICA

Chikungunya: la importancia de la prevención

Luego de que se diagnosticaran cinco casos en Córdoba, los especialistas alertan acerca de los peligros de la radicación del virus.


A. Díaz, M. Laurito y M. Contigiani Fotografía: Jeremías Di Pietro- CCT Córdoba

Hace algunas semanas un tema copó las páginas de todos los diarios, transmisiones de radio y televisión: chikungunya. Una nueva enfermedad preocupó a especialistas y a la población por igual. Poco tiempo después, ya casi no se habla del tema. Sin embargo, el riesgo de que el virus se radique en el país aún sigue vigente. Marta Contigiani, investigadora de la Universidad Nacional de Córdoba (UNC), Adrián Díaz y Magdalena Laurito, investigadores asistentes del CONICET analizan el fenómeno desde diferentes perspectivas.

Chikungunya es un virus africano y su nombre significa “lo que te dobla hacia arriba” y hace referencia al efecto que produce en los humanos que se encorvan por el dolor en las articulaciones. “El virus se encontró en Tanzania en la década del ‘50 y estuvo circulando en África con pequeños brotes, por lo que no implicó ninguna importancia sanitaria a nivel mundial. Sin embargo a partir de 2004, por el turismo, comenzó a propagarse a otros continentes y a fines de 2013 se conocieron los primeros casos autóctonos en América”, explica Díaz, investigador asistente del CONICET en el Instituto de Investigaciones Biológicas y Tecnológicas (IIByT, CONICET-UNC).

Esta enfermedad produce fiebre alta y fuertes dolores articulares que, en casos extremos, pueden durar algunos años. No es mortal, pero es incapacitante mientras persisten los síntomas y no existen tratamientos ni vacunas. Los vectores son dos especies de mosquitos ya conocidos por las sociedades latinoamericanas: Aedes aegypti y Aedes albopictus. Ambos insectos propagan también el dengue.

Dado que el modo de transmisión es de humano a mosquito y de este nuevamente a humano, el peligro de la expansión radica en que si una persona infectada importa el virus en el territorio nacional donde ya existen poblaciones de Aedes aegypti, estas pueden propagarlo con una violencia similar a los brotes de dengue ya experimentados. “Cuando una persona se infecta con chikungunya, desarrolla niveles altos de virus en sangre -viremia-. Si la población de Aedes aegypti es abundante, es una fuente muy grande de transmisión”, asegura Laurito, investigadora asistente del CONICET en el IIByT.

Los tres especialistas coinciden en que el único modo de erradicar estas enfermedades es a través de modificación de los hábitos de la población, para evitar la proliferación de los mosquitos. Después de la intensa campaña que se hizo en 2009 por un brote de dengue que hubo en Argentina, se obtuvieron buenos resultados en la erradicación de Aedes aegypti, pero los científicos consideran que para que sea verdaderamente eficaz es necesario continuar estas medidas en el tiempo.

Si bien los virus chikungunya y dengue no son de la misma familia, comparten la vía de transmisión y la sintomatología es muy similar. Ambos presentan dolores articulares y fiebre pero más pronunciados y duraderos en el nuevo virus. Además, mientras que en dengue sólo los presenta la mitad de los afectados, en el caso de chikungunya este porcentaje llega a cerca del 90 por ciento, según cuenta Contigiani, del Laboratorio de Arbovirus de la UNC. No obstante, en la nueva patología no suelen presentarse hemorragias y la mortandad es prácticamente nula, a excepción de casos extremos.

En Argentina ya se detectaron tres casos -dos de los cuales son de Córdoba- importados desde el Caribe. La ventaja es que a esta altura del año la población de adultos de Aedes aegypti es es casi inexistente porque la especie pasa el invierno en estado de huevo, soportando el frío y la desecación. Pero cuando comienzan las lluvias, la situación cambia ya que completan su desarrollo. Si coinciden, entonces, los casos importados con poblaciones adultas de Aedes aegypti, lo más probable es que comiencen los casos autóctonos. “Recientes estudios determinaron que poblaciones de esta especie colectadas en Buenos Aires, Corrientes y Misiones son susceptibles a la infección y capaces de transmitir el virus en laboratorio”, agrega Díaz.

Al indagar acerca de las causas de la propagación, Laurito explica: “el Aedes aegypti se ha urbanizado. El hombre le ha brindado vivienda, alimento y lugar donde reproducirse, además, las grandes concentraciones humanas favorecen que la enfermedad se amplifique en muy corto tiempo”. Por otro lado, el principal factor de expansión es la movilidad humana ya que los mosquitos no recorren grandes distancias, y “los viajes internacionales en la década del 90’ eran de 450 millones y en el 2010 pasaron a 950 millones. Además hubo un aumento de los destinos exóticos como China e India, donde chikungunya está presente” aseguró Contigiani. Finalmente agregó que entre el 5 y 10 por ciento de los turistas que visitan lugares tropicales vuelven con síntomas a sus lugares de origen.

Asimismo, Díaz añade “esas regiones son los polos de mayor crecimiento económico en la última década y donde los virus emergieron con mayor virulencia en los últimos tiempos. Esto se debe a la inmensa densidad poblacional, intercambio comercial y turístico, el clima y el deterioro ambiental que aumenta el contacto de la fauna con la población humana, pero sobre todo a las condiciones sanitarias deficientes”.

Los dos Aedes

Tanto el chikungunya como el dengue son transmitidos por dos especies de mosquitos: Aedes aegypti y Aedes albopictus. El primero es urbano mientras que el segundo está más restringido a las áreas selváticas. El hecho de que ambas enfermedades se transmitan a través del mismo vector causó en repetidas oportunidades brotes simultáneos e incluso casos de personas que se infectaron con los dos virus al mismo tiempo.

Aedes aegypti es de actividad diurna. Las hembras son las que pican, porque necesitan la proteína de la sangre para producir los huevos. Son huidizas, silenciosas, persistentes y suelen picar en las zonas bajas del cuerpo, por lo que suelen encontrarse debajo de las mesas, camas, y otros lugares similares.

“En Argentina Aedes aegypti está distribuido en zonas urbanas de casi todo el país, a excepción de las provincias de Río Negro, Chubut, Santa Cruz y Tierra del Fuego. Y Aedes albopictus en el norte del país en zonas selváticas de la provincia de Misiones. Su importancia radica en que también es vector de otras enfermedades como la fiebre amarilla” explica Laurito. Además, según la investigadora, en caso de que pudiera erradicarse Aedes aegypti, Aedes albopictus podría ocupar ese nicho que quedaría libre.

Erradicación del Aedes

La única opción viable para eliminar el mosquito, según los investigadores, es el cambio de hábitos de la ciudadanía. La fumigación es una medida de control focal una vez que ya se detectaron casos, pero no se puede hacer de manera preventiva y generalizada: hay que evitar que se críen?

Las hembras de Aedes aegypti colocan los huevos en paredes de recipientes más bien pequeños que, luego, se llenan de agua. Mientras el clima es frío y seco, el huevo resiste, pero cuando empieza la época de precipitaciones toma contacto con el agua, completa su desarrollo y se forman las poblaciones de mosquitos adultos. Entonces, en primer lugar, hay que evitar tener recipientes que puedan juntar líquido.

En caso que no pueda evitarse –como por ejemplo los bebederos de las mascotas- deben limpiarse los bordes cada tres o cuatro días con esponjas o cepillos, asegurándose de sacar los huevos. Estos son visibles como puntos negros, siempre que la superficie sea clara. Los tanques de agua deben estar tapados y las tapas deben estar sanas porque cuando están rotas favorecen aun más la reproducción del mosquito ya que las larvas escapan a la luz. Los techos y piletas de natación deben estar limpios para así evitar también la proliferación de otras especies de mosquitos.

  • Adrián Díaz. Investigador asistente del CONICET en el IIByT (CONICET-UNC) y en el Laboratorio de Arbovirus (UNC).
  • Magdalena Laurito. Investigadora asistente del CONICET en el IIByT (CONICET-UNC).
  • Marta Contigiani. Investigadora en el Laboratorio de Arbovirus. Instituto de Virologia “Dr J. M. Vanella”, Facultad de Ciencias Médicas. Universidad Nacional de Córdoba.

Por Mariela López Cordero- CCT Córdoba