8M - DÍA INTERNACIONAL DE LA MUJER

“Conmemorar es hacer memoria con otros y otras”

La investigadora del CONICET Córdoba Celia Basconzuelo reconstruye la significación histórica y actualización de esta efemérides, con foco en los movimientos sociales protagonizados por mujeres.


Durante las últimas décadas han habido notables avances en las políticas públicas y la legislación argentina por la igualdad de género. Sin embargo, además del papel del Estado, debe destacarse el rol clave de los movimientos de mujeres y diversidades en este proceso de ampliación de derechos. En el Día Internacional de la Mujer, la investigadora del CONICET Celia Basconzuelo reconstruye la memoria histórica de la efemérides en clave de los actores colectivos que la protagonizan.

De acuerdo con Basconzuelo: “La construcción democrática y la participación no solo son una cuestión de las élites políticas en la historia, sino también de diferentes actores sociales de sectores medios y subalternos. Allí es donde entra la historia social, que se pregunta por la gente. ¿De qué modo los actores colectivos contribuyen a construir y consolidar procesos, en el marco de la democracia?”

La investigadora, especialista en historia de las protestas sociales en Argentina, propone recuperar tres dimensiones de análisis para comprender la significación del 8M: el acontecimiento situado; la protesta social asociada a ese hecho; y la importancia de estos eventos contenciosos en el presente, como parte de una construcción histórica.

La primera celebración del día de la mujer tuvo lugar en 1909, cuando el partido socialista de Estados Unidos designó el 28 de febrero para conmemorar la huelga de las trabajadoras textiles de Nueva York, ocurrida el año anterior. Aquellas protestas reivindicaban mejores condiciones laborales, una disminución de la jornada de trabajo y la igualdad salarial con los hombres. Luego, en la segunda Conferencia Internacional de Mujeres Socialistas realizada en 1910 en Copenhague, Dinamarca, se planteó la moción de establecer el Día Internacional de la Mujer Trabajadora en honor a los movimientos por el sufragio femenino. Un año después, Dinamarca, Austria, Alemania y Suiza celebraron por primera vez esta efemérides, actualmente señalada en el calendario cada 8 de marzo gracias a los movimientos feministas durante la Revolución Rusa de 1917.

“Esta serie de acontecimientos progresivos en el tiempo muestra cómo aquella protesta social, aquella acción contenciosa situada de las trabajadoras estadounidenses en 1908, fue resignificándose con las decisiones que tomaron otros actores colectivos. Entonces, la protesta social se amplificó. En principio, por la lucha de las mujeres socialistas que debe ser reconocida históricamente. Y luego, por organismos internacionales como la Organización de las Naciones Unidas, que adoptan y establecen hitos para la conmemoración de aquel acontecimiento hasta la actualidad”, señala Basconzuelo, quien también es directora del Instituto de Investigaciones Sociales, Territoriales y Educativas (ISTE, CONICET-UNRC).

El conflicto es parte constitutiva de la democracia

Si bien en un sistema democrático es fundamental el rol del Estado como garante de derechos, Basconzuelo advierte que los actores sociales no deben obviarse: “La dimensión del conflicto es constitutiva de la democracia. La conquista de derechos es resultado, en gran medida, de las luchas, movilizaciones y protestas sociales que instalan una demanda, la visibilizan en el espacio público. Luego, en algunos casos, estas demandas pueden transformarse en agenda para políticas públicas del Estado”.

Así, fechas conmemorativas como el 8M continúan adquiriendo nuevos sentidos, de acuerdo con las demandas novedosas que se instalan en el debate público. Según la historiadora, los actores colectivos tienen una gran capacidad para actualizar sus reclamos, conforme la lectura que hacen de la realidad y de los conflictos sociales sin resolver.

Y añade: “Si observamos los movimientos sociales que tuvieron como protagonistas a las mujeres, podemos reconstruir cuáles han sido las demandas y reivindicaciones en distintos momentos de la historia argentina reciente. Por ejemplo, la lucha por los derechos humanos, llevada a cabo por las Madres de Plaza de Mayo, a partir de aquel 30 de abril de 1977, en plena dictadura. En momentos más recientes, encontramos las luchas ambientalistas de las madres de Barrio Ituzaingó, en Córdoba”.

En la historia coetánea, el movimiento Ni Una Menos, tema de investigación de la becaria doctoral del CONICET Yamila Domínguez dirigida por Basconzuelo, ilustra este enfoque historiográfico de manera ejemplar: “En primer lugar, tiene una identidad asociada al feminismo, específicamente a la llamada cuarta ola. Los movimientos expresan las dimensiones subjetivas de su identidad a través de simbología que, en este caso, son los pañuelos violetas. Tiene una trayectoria, a partir de aquel 3 de junio de 2015 cuando realiza su primera marcha, que fue sistemática en los cuatro años siguientes. Ha consagrado un repertorio a través de las marchas. Tiene demandas distintivas en la historia de las mujeres, principalmente contra la violencia en todas las relaciones y que fue evolucionando hacia la libertad de los cuerpos. Pero también tiene elementos novedosos para los movimientos encabezados por mujeres, como la historia conectada. El colectivo Ni Una Menos tuvo la particularidad de conectar grupos de mujeres en diferentes localidades de la Argentina y de proyectarse a otros países de América Latina. Incluso, de recibir apoyo en Europa. Cabe destacar la intermediación que estas mujeres consiguieron. Primero en los medios de comunicación y, sobre todo, en las redes sociales, donde las convocatorias a marchas y los discursos del colectivo se amplificaron”.

En el estudio de los actores colectivos que protestan, es importante destacar cuando sus demandas finalmente se instalan en la agenda pública y en la legislación. Con posterioridad a la primera gran movilización de Ni Una Menos, se sancionó la ley que dispone la creación del Cuerpo de Abogados y Abogadas para Víctimas de Violencia de Género (Ley n° 27.210). El 15 de noviembre de 2016, la Defensoría del Pueblo de la Nación Argentina creó el Observatorio de Femicidios. Esto implica que, desde ese entonces, el país cuenta con estadísticas oficiales de femicidios, al menos de aquellos denunciados. El último informe, publicado a fines del año pasado, registró entre 20 y 30 femicidios por mes contra las mujeres, adolescentes y niñas. El 80% de estos femicidios fueron directos, es decir, cometidos en el marco de los vínculos interpersonales.

“Todavía hay temáticas y reclamos en la agenda de la historia de las mujeres, no solo de los movimientos feministas, que no están saldados; desigualdades persistentes [...] Por eso, cada derecho que se conquista luego de una acción colectiva o cada demanda que se incorpora en la agenda, es una ventana que se abre. Como toda ventana abierta, implica el ingreso de aire fresco y la posibilidad de mirar hacia afuera. Y de continuar ese camino en la búsqueda de nuevas reivindicaciones para construir sociedades cada vez más equitativas y democráticas. Cerrar alguna de esas ventanas sería un retroceso”, concluye Basconzuelo.