Desayuno Global de Mujeres 2025: Acelerando la equidad en la ciencia

El pasado 21 de febrero, el Centro Científico Tecnológico CONICET Córdoba, el Instituto de Investigaciones en Físicoquímica de Córdoba (INFIQC, CONICET-UNC) y la Unidad Central de Políticas de Género de la UNC aunaron esfuerzos para llevar adelante el Desayuno Global de Mujeres 2025, bajo el lema “Acelerando la equidad en la ciencia”. La investigadora del CONICET Carla Giacomelli fue quien impulsó la realización de esta sexta edición en Córdoba.

Se trata de un evento internacional impulsado desde 2019 por la Unión Internacional de Química Pura y Aplicada (IUPAC) para conmemorar el Día Internacional de la Mujer y la Niña en la Ciencia. Su objetivo es reflexionar sobre los desafíos de las mujeres y las diversidades en la ciencia y la tecnología, además de propiciar la generación de redes locales de colaboración e intercambio entre científicas.

La jornada fue inaugurada por la vicerrectora de la Universidad Nacional de Córdoba, Mariela Marchisio, que destacó: “Es gracias a todas las personas aquí presentes que podemos sostener las políticas de género en la universidad, a pesar de los problemas que enfrentamos. Porque cuando las mujeres nos involucramos en la ciencia y ocupamos nichos que antes no estaban asociados a nuestro género, demostramos que podemos y sabemos hacerlo distinto. Y estamos convencidos de que, cuando uno sostiene lo distinto en cualquier ámbito, garantiza lo diverso”.

En representación del CONICET Córdoba, el vicedirector Lucio Pinotti celebró este importante espacio de encuentro y compartió una reflexión elaborada por Mónica Balzarini, directora de la institución. “Aunque hemos hecho progresos, las mujeres siguen estando subrepresentadas en campos como la física, la matemática, la ingeniería y la computación. Los datos demuestran que hay desigualdades en las promociones de las mujeres en la carrera científica y en su participación en puestos de liderazgos y toma de decisiones. Por esto, bienvenido sea todo lo que hagamos para visibilizar esas inequidades en cada rincón de la sociedad, en cada lugar donde se hace ciencia, con personas adultas y con las infancias”, manifestó Balzarini en su carta.

A continuación, se desarrolló un conversatorio sobre las políticas y marcos normativos que posibilitan acciones para reducir violencias, inequidades y estereotipos de género, especialmente en los ámbitos científicos y universitarios. Cabe destacar la participación de las investigadoras Paola Bonavitta y María Eugenia Gastiazoro, integrantes del Espacio de Atención de Violencia laboral y de género del CONICET Córdoba. En su intervención, reflexionaron sobre las posibilidades y limitaciones de los recursos institucionales para desnaturalizar las violencias y desigualdades de género en los espacios de trabajo.

A su turno, la coordinadora de la Unidad Central de Políticas de Género de la UNC, Romina Scocozza, reivindicó la importancia de la perspectiva de género en los foros de producción, transferencia y difusión del conocimiento científico. “Cuando en un espacio falta algo, se ocupa con otra cosa; no queda vacío. ¿Con qué se llenan los vacíos del saber científico en relación al género? Con tabúes. Debemos disputar esos discursos de poder desde la raíz, para poder visibilizar los obstáculos reales que enfrentan las mujeres y diversidades en las instituciones científico-académicas”, interpeló Scocozza.

Finalmente, la investigadora del CONICET en el Centro de Investigaciones y Estudios sobre Cultura y Sociedad (CIECS, CONICET-UNC) Jaqueline Vassallo resumió la cronología de las primeras egresadas de la UNC y planteó: “La equidad de género está relacionada también con la equidad social en otras dimensiones, como la de clase, etnicidad y edad. Históricamente, una de las primeras cuestiones que provocaron la inequidad de género en el ámbito universitario y de la ciencia fue la asignación de la responsabilidad por las tareas de cuidado exclusivamente a las mujeres. Aquí también se conjugan los estereotipos y discriminaciones de género. Para las primeras estudiantes de la Universidad, no había una prohibición estatutaria contra su ingreso, pero su camino fue largo y complejo. Hoy es importante volver a pensar en ellas, reconocer estas genealogías y recordar que, luego del retorno a la democracia, costó salir de la inercia y las naturalizaciones que muchas de nosotras sufrimos. Debemos seguir visibilizando esto, sobre todo para las niñas y futuras mujeres de ciencia”.